OPINIÓN
Rodolfo Sancho, digno sucesor de su padre el gran actor Sancho Gracia
El atractivo Rodolfo tuvo su primer hijo a los 19 años: “Cuando vi la cara al niño me hice hombre de la noche a la mañana”
El 9 de agosto de 2012, el joven actor Rodolfo Sancho, abrazado a su madre y a sus dos hermanos, despedía para siempre, con las mandíbulas encajadas y sin poder contener las lágrimas, al patriarca de la familia, Sancho Gracia, quien nos abandonó dos meses antes de cumplir 76 años, después de luchar en vano contra una enfermedad, el cáncer, que se ha extendido por el mundo como una gigantesca mancha de aceite. Como su personaje más famoso, el bandolero Curro Jiménez, Sancho Gracia era fuerte y valiente. Parecía imposible que la muerte lo doblegara. Protagonista invencible en más de cien películas, Félix, como era conocido en su familia y entre sus muchos amigos (su nombre completo era Félix Ángel Sancho Gracia), pasó por el mundo con la sonrisa en los labios ayudando a quien lo necesitara. Mientras su cuerpo se convertía en cenizas, en el crematorio de Tres Cantos (Madrid), Rodolfo, que había seguido sus pasos en el mundo de la interpretación, se juramentaba consigo mismo en honrar el apellido y dedicarle a su padre, que tanto le enseñó, lo mejor de su talento.
Sancho Gracia nació en plena guerra civil en Madrid, el 27 de septiembre de 1936. El rugir de los aviones, la explosión de las bombas y las sirenas de los refugios, fueron las nanas que lo acompañaron en sus sueños infantiles. A los 14 años, estudiante de bachillerato, marchó a Uruguay, al ser contratado su padre como mayordomo del embajador español en Montevideo. Y allí se matriculó en la Escuela de Arte Dramático que dirigía la eximia actriz española Margarita Xirgu. El joven Félix debutó a los 25 años nada menos que con la obra teatral de Shakespeare “El sueño de una noche de verano”.
Pero Uruguay se le quedó pequeño y a los 27 años, en 1963, regresó a España con la ilusión de proseguir su formación interpretando obras del teatro clásico español. Dos grandes directores, José Tamayo y Miguel Narros, lo acogieron en sus compañías y así comenzó su escalada para triunfar en los escenarios y ante las cámaras de cine y televisión. Pero Félix había dejado en Uruguay un amor y una promesa. Guapa y dulce, Noela Aguirre, escuchó de los labios de su novio: “Me voy a España para ser un buen profesional, pero vendré a casarme contigo en cuanto pueda”.
Pasaron 6 años y Noela siguió esperando en Uruguay. Félix tenía tanto trabajo que le era imposible cortarlo. Pero tuvo una buena idea: casarse por poderes. El 19 de mayo de 1969, separados por más de diez mil kilómetros, se daban el “sí quiero” ante un juez. Al actor lo representó un amigo, Raúl, y a Noela una actriz compañera del novio. Y actuó como padrino Adolfo Suárez, quien tenía una magnífica relación con Sancho Gracia. El que fuera primer presidente del gobierno de España con la democracia también actuó como padrino de bautismo de Rodolfo Sancho.
Perseguido a tiros
Sancho Gracia era un galán completo. De aspecto rudo, poseía una bonita voz y una sonrisa que cautivaba a las mujeres. Hablaba inglés perfectamente, por lo que lo contrataban con frecuencia para películas norteamericanas. En una de ellas, titulada “100 rifles”, enamoraba a la actriz Raquel Welch, a quien llamaban “El cuerpo”, por su belleza y su generosa anatomía. Durante el rodaje en Almería había que interpretar escenas atrevidas con besos y desnudos. Raquel Welch vino a España acompañada por su marido, Patrick Curtis, un tipo un tanto agresivo y demasiado celoso. El caso es que en un descanso del rodaje pilló a Raquel y a Sancho Gracia, dentro de la caravana, besándose apasionadamente. Patrick armó la marimorena. Se encaró con el actor madrileño, a quien se le ocurrió decir que estaban ensayando una escena de amor del día siguiente. Curtis abrió un cajón y sacó una pistola. ¡Pies para que os quiero! Sancho Gracia echó a correr por entre las otras caravanas mientras oía cómo silbaban las balas a su alrededor. Afortunadamente no le alcanzó ninguna, pero fue el mayor susto de su vida.
En 1976 llegaría la serie que iba a consagrar a Sancho Gracia como uno de los actores más populares: “Curro Jiménez”. Se trataba de las novelescas aventuras de un bandolero, inspiradas en las andanzas del sevillano Andrés López Muñoz, conocido como “El barquero de Cantillana”, que tuvo que “tirarse al monte” para huir de la Guardia Civil por haber matado al alcalde de su pueblo. Sancho Gracia y sus dos escuderos, los actores Álvaro de Luna “El Algarrobo” y José Sancho “El Estudiante”, fallecido también a causa de un cáncer, hicieron las delicias, semana tras semana, de las familias de toda España, con sus caballos, sus pistolones y sus navajas de dos cuartas. En 2002 Sancho Gracia, el entrañable Félix, rodó la última y mejor película de su vida, “800 balas”, dirigido por Alex de la Iglesia. Era en parte su propia biografía.
Rodolfo Sancho, galán de moda
Cuando se fue, Sancho Gracia dejó ya crecido el árbol de su herencia artística: su propio hijo, Rodolfo Sancho Aguirre.
- Cuando tenía cinco o seis años acompañaba a mi padre a los rodajes. En un rincón, detrás de las cámaras, veía cómo se transformaba un hombre o una mujer en un personaje distinto que se enfurecía o sonreía, que lloraba, que vivía sensaciones diversas según le indicaba el director. Yo lo entendía perfectamente y los imitaba. Sin darme cuenta estaba poniendo los cimientos de mi profesión. Desde muy niño estaba convencido de que iba a ser actor.
Y lo fue. Siete años tenía cuando debutó en una serie de televisión de Antena 3, “Los desastres de la guerra”, nada menos que al lado de su padre y de Francisco Rabal que eran los protagonistas.
Alternando los estudios con apariciones en películas o series de televisión, Rodolfo se enamoró de una joven actriz, Silvia Bronchalo. El amor apasionado, que no conoce ataduras, les anunció que Silvia estaba embarazada. ¿Qué hacer? Los dos jóvenes hablaron con sus padres. El tenía 19 años y ella, 18. Sancho Gracia le dijo a su hijo: “Querido Rodolfo, en la vida hay que asumir responsabilidades. La criatura no tiene culpa de nada, así que a trabajar y a cuidar del niño”.
- Mi padre tenía razón -dice Rodolfo-. Cuando vi la cara al niño, me hice hombre de la noche a la mañana. Tanto su madre, como yo, estamos muy orgullosos de Daniel, que va a cumplir 24 años, está terminando la carrera y no quiere saber nada del cine ni de la televisión. Los tres nos llevamos muy bien.
Rodolfo y Silvia terminaron como pareja y él se enamoró de otra actriz, Xenia Tostado, con quien coincidió en la película “Cuba libre”. De esta unión nació en 2015 una niña, Jimena.
- Mis dos hijos son el motor de mi vida. Lamento que mi padre no llegara a conocer a Jimena que es un encanto.
No para de trabajar. Desde sus grandes éxitos en las series de televisión “Amar en tiempos revueltos”, “La señora” e “Isabel la Católica”, las productoras se lo disputan. Es el galán de moda a sus 43 años. Ahora triunfa en “El ministerio del tiempo”.
- ¡Cuánto me gustaría que me viera mi padre! Lo tengo presente todos los días. Era muy familiar. Me decía, “hijo, ten en cuenta que la vida te va enseñando a palos, pero entre palo y palo, hay que disfrutarla. No desfallezcas nunca”.
Este consejo de un hombre sabio lo sigue Rodolfo al pie de la letra.